domingo, 1 de marzo de 2015

La Compañía de Jesús





¿Una Utopía...?

La compañía de Jesús enarboló un proyecto social,político y religioso cuyos enunciados eran la justicia y la igualdad entre los hombres, llevando como consigna "Para una mayor gloria a Dios".
Para cumplimentar sus objetivos, requirió la formación de religiosos que luego sirvieran a los fines de la evangelización, la cual se llevó adelante en la amplia Provincia Jesuítica del Paraguay. Dentro de sus límites se desarrolló una de las experiencias misionales más significativas de la humanidad y en Córdoba, el corazón de este amplio territorio, se ubicaron la primera Universidad y la sede del Provincial.
De las monumentales misiones jesuíticas sólo han quedado ruinas, que igualmente guardan los valores intangibles de su propia historia, pero también su estado es una muestra de la intolerancia de los hombres que en distintas épocas han destruido importantes bienes de su propio patrimonio cultural. En el caso de Córdoba, y por el contrario, esa significativa presencia material constituye todo un símbolo de admiración y respeto, a pesar de que luego de la expulsión sobrevino un saqueo que tuvo una clara complicidad institucional.
El sistema educativo sobrevivió, y fueron los hombres formados en la Universidad de Córdoba quienes enarbolaron las banderas de la independencia americana.
Más precisamente la de medio continente, pues por sus claustros pasaron los ideólogos revolucionarios que, aun en pleno proceso de emancipación, reconocían a los Jesuitas como sus padres espirituales, al mantener correspondencia e intercambiar noticias y pensamientos de la época.
Por su parte, la Universidad y el Colegio, si bien hoy están desvinculados del sistema económico que los unía con las estancias, aún sigue siendo, después de casi 400 años, los focos de formación cultural de mayor prestigio en Latinoamérica, y en Córdoba ostenta con orgullo el sello de docta por la notable influencia de aquellos primeros misioneros.
Esta reputación fue reforzada por la Universidad a lo largo de su historia, pues fue una de las primeras instituciones que aplicó el sistema educativo jesuítico instaurado en 1599, pasando por la secularización y luego la nacionalización de su enseñanza, hasta la Reforma de 1918, cuyos vigentes postulados se expandieron por toda América.
La organización del espacio territorial tuvo en los inicios de la Compañía de Jesús una importante consideración que abarcaba desde una clara visión del continente hasta la funcionalidad arquitectónica de sus construcciones,pasando por la correcta ubicación de sus espacios rurales. los Jesuítas buscaron un equilibrio racional entre las experiencias europeas y americanas, de tal modo que el intercambio cultural que se produjo fue mucho más consistente al aportar conocimientos desde distintas naciones europeas. Se logró así un equilibrio entre el modelo intelectual europeo y la sensibilidad americana, dentro del nuevo paisaje urbano y rural que se desarrolló en la América colonial española. De tal modo que el conjunto de edificios que aquí se presentan alcanzaron una significativa consideración, enmarcados en diversos valores de los cuales algunos se conservan, como el educativo y el cultural, y otros fueron ejemplos sustanciales en la historia que nos ayudan a comprender nuestro desarrollo social, como fue el caso de la economía de las estancias. Todos estos valores presentes e intangibles se encuentran casi eternizados en estas construcciones que fueron mudos testigos de sus grandezas.
Es innegable que la Compañía de Jesús tuvo un excepcional proyecto político para América. Su base de operaciones fue la ciudad de Córdoba, donde formó en su propia Universidad la fuerza intelectual capaz de resolver un sistema social distinto, donde la justicia y la igualdad del hombre lo llevaran a desarrollarse en su plenitud para alcanzar así simplemente la felicidad.
Su materialidad, además de ejercer una autenticidad evidente en su concepción artístico-arquitectónica,guarda el misterioso sabor de la intangibilidad de los valores asociados a las tradiciones, ideas y creencias.


Carlos A.Page


Ignacio...de Loyola


Hacia 1491, nació en el seno de una familia hidalga en el Castillo de Loyola, en proximidades de Azpeitia (País Vasco-España), Iñigo López de Recalde.
Ignacio, Iñigo en idioma vasco, abrazó la carrera militar y  sirvió como soldado en el ejército comandado por el virrey de Navarra, don Antonio de Manrique. En 1521, durante el sitio de Pamplona por parte de tropas francesas, Ignacio resultó herido en las piernas, por lo cual debió pasar un largo tiempo de convalecencia.
Durante aquellos días, comenzó a imbuirse de un férreo espíritu cristiano, especialmente a través de la lectura de la Biblia.
En marzo de 1522, una vez recuperado, Ignacio partió del Castillo de Loyola e ingresó en el Monasterio de Montserrat (Cataluña, España),donde confirmó su conversión y devoción a Dios. Ignacio de Loyola deseaba llegar a Tierra Santa, pero en su viaje desde Montserrat a Barcelona se detuvo en Manresa, donde permaneció durante varios meses atendiendo a los enfermos de un hospital; también allí comenzó a darles formas a sus pensamientos, escribiendo sus célebres Ejercicios Espirituales. Finalmente arribó a Barcelona, y luego partió a Roma y más tarde a Jerusalén, regresando a Barcelona para dedicarse de lleno a sus estudios.




firma auténtica de Ignacio de Loyola


Desde allí fue por poco tiempo a las universidades de Alcalá y Salamanca, y posteriormente llegó a París,donde se reunió con Francisco Javier,Diego Láinez, Pedro Fabro y Alfonzo Salmerón, entre otros.
Ignacio de Loyola y sus seguidores se trasladaron a Roma para ponerse a las órdenes del Papa Pablo III,aunque mantenían como íntimo deseo viajar a Tierra Santa. Pasaba el tiempo y no llegaba una decisión papal, en tanto Ignacio era ordenado sacerdote. La imposibilidad de regresar a la convulsionada Jerusalén determinó que Ignacio y sus compañeros comenzaran a discutir sobre el futuro del grupo, surgiendo como alternativa la creación de una nueva orden.



Escultura en memoria de Iñigo o Ignacio de Loyola - Pamplona


La Compañía de Jesús



El siglo XVI trajo voces de protesta en el seno de la Iglesia Católica. Motivos religiosos, económicos, culturales,políticos y hasta personales dispararon una serie de planteos a la Iglesia dirigida desde Roma por el Papa.De esta manera, surgieron las principales Reformas Protestantes: Lutero en Wittenberg (Sajonia) en 1517, seguida en 1534 por el cisma anglicano, a partir de la decisión del rey de Inglaterra Enrique VIII, y la Iglesia fundada por Calvino en Basilea en 1541.
Comenzó entonces el movimiento impulsado por la autoridad papal denominado Contrarreforma, el cual tendría su máximo ámbito de reflexión en el Concilio de Trento. Fue en este contexto donde  el 27 de Setiembre de 1540, el Papa Pablo III otorgó a Ignacio de Loyola la autorización para el nacimiento de una nueva orden religiosa: la Compañía de Jesús.



Papa Pablo III

La constitución de la Compañía fue redactada por el propio Ignacio de Loyola, quien le dio una organización de tipo militar, siendo elegido como el primer General de la orden en la votación realizada en el seno de aquel pequeño grupo inicial.
Rápidamente, los seguidores de Loyola, que fueron conocidos con el nombre de Jesuitas, emprendieron la novel organización bajo el lema Ad Maiorem Dei Gloriam (para una mayor gloria a Dios), una trascendental obra de evangelización y educación en Europa, Asia, África y América.
Ignacio de Loyola condujo los primeros 16 años de la Compañía, hasta que el 31 de julio de 1556, tras sufrir una prolongada enfermedad, falleció en Roma a los 65 años. Fue beatificado en 1609 y canonizado por el Papa Gregorio XV en 1622.



Imagen del Papa III junto a Ignacio de Loyola


Los Jesuitas en América


A mediados del siglo XVI,diversas órdenes religiosas ya se había instalado en América cuando llegaron a estas latitudes los miembros de la Compañía de Jesús. Tras algunos fallidos intentos de viajar hacia las Indias, y por insistencia del rey Felipe II, finalmente se produjo el primer arribo de Jesuitas al territorio sudamericano. Aquellos ocho primeros misioneros zarparon a fines de 1567 desde el puerto de Sanlúcar, pasaron por Cartagena y en los primeros meses de 1568 llegaron a Lima,capital del Virreinato del Perú.
Por entonces, la Compañía de Jesús se estructuró en el continente americano sobre la base de tres provincias: México, Perú y Brasil. Desde Lima provinieron las principales excursiones a los territorios meridionales que recién comenzaban a ser explorados y conquistados por los europeos, lo que fue realizado bajo los símbolos de la espada y de la cruz. Además de que el catolicismo era la religión de la corona española, las autoridades estaban convencidas de que el asentamiento y accionar de distintas órdenes religiosas contribuirían en el desarrollo de las nuevas comunidades, en su relación con los aborígenes y como contención a los excesos propios de la condición humana en tiempos en los que predominaban la avaricia y las ansias de gloria.
Las potencialidades de las tierras del Tucumán eran muchas, al igual que las necesidades materiales y espirituales de aquellas cinco primitivas poblaciones: Santiago del Estero, San Miguel, Esteco, Córdoba y Salta.El 14 de mayo de 1570, y por pedido del rey Felipe II, el Papa Pío V creó el Obispado del Tucumán con sede en Santiago del Estero, dependiente del Arzobispado de Lima.Por diversos motivos, los tres primeros mitrados designados no pudieron sumir el cargo, siendo el dominico Francisco de Vitoria el primero en desempeñar efectivamente sus funciones. El nuevo obispo tenía una especial simpatía por los Jesuitas y solicitó ayuda a los Padres Provinciales del Perú y Brasil. como así también al propio General del Orden, Claudio Aquaviva.

El encargado de la provincia jesuítica del perú fue el primero en acudir en ayuda del obispo del Tucumán, al enviar a los sacerdotes Alonzo Barzana y Francisco Angulo y al hermano Juan de Villegas, quienes, luego de pasar por Salta y Esteco, arribaron a Santiago del Estero en noviembre de 1585.
Tiempo después, el obispo y los dos padres Jesuitas emprendieron una visita pastoral a Córdoba, adonde llegaron el 2 de febrero de 1587. Estos inquietos miembros de la Compañía de Jesús comenzaron recorrer la jurisdicción cordobesa, hasta que meses después regresaron al pueblo, por cuanto habían arribado, tras un penoso viaje, los jesuitas enviados por el Padre Provincial del Brasil. A pesar de los fervientes deseos de los vecinos para que los religiosos se radicaran en Córdoba, éstos se marcharon hacia Santiago del Estero, a la sazón sede de las autoridades del Tucumán.
Desde 1587, los Jesuitas implementaron una incansable evangelización a través de sus misiones volantes,acciones que se extendieron a todo el territorio.
Uno de los principales artífices de tan magna labor fue el padre Juan Romero S.J.,designado superior de la orden en la Misión del Tucumán y del Paraguay.



como indica el mapa - reducciones sudamericanas


La Compañía de Jesús llega a Córdoba

El actual territorio cordobés comenzó a ser incursionado en 1528 por Francisco César,quien ingresó desde el río Parana. Le siguieron otras expediciones que llegarían desde el Perú, como las de Diego de Rojas, Francisco de Mendoza y Nicolás de Heredia entre 1543 y 1546, la de Lorenzo Suárez de Figueroa en 1573 y, finalmente, la de Jerónimo Luis de Cabrera a mediados de ese mismo año.
Cabrera, junto con un centenar de hombres,fundó Córdoba el 6 de Julio de 1573 y en los años sucesivos aquellos pioneros se agruparon en torno al fuerte erigido a la vera del río Primero (Suquía), en las actuales barrancas del barrio Yapeyú. En febrero de 1576,el sucesor de Cabrera,Gonzalo de Abreu y Fiegueroa, decidió trasladar la incipiente población a los terrenos que el propio Cabrera había elegido. Surgió entonces el primer plano de la ciudad, con la correspondiente asignación de solares,tanto a particulares como a instituciones.
Si bien la presencia de los primeros Jesuitas en Córdoba se remontan se remonta a 1589, éstos no se establecieron en un lugar determinado, si no que realizaron diversas acciones misioneras mientras iban relevando el territorio. Las carencias de los pueblos de tan vasta región y las necesidades y espirituales motivaron a la Compañía a finalizar con sus misiones volantes y radicarse definitivamente en Córdoba. Ya en 1591 se le había ofrecido un solar, pero fue recién en 1599 cuando se produjo el definitivo asentamiento de los religiosos, gracias a la firme decisión del superior Juan Romero.


primera traza de Córdoba

El 20 de marzo de 1599, las autoridades del Cabildo les donaron a los hijos de San Ignacio de Loyola la manzana destinada originalmente a las monjas, las actual Manzana Jesuítica, a los fines de que levantaran allí su casa. En aquellos terrenos, Franciscanos habían erigido unos años antes, con el esfuerzo de todos los vecinos, una ermita.Esta fue consagrada en honor de San Tiburcio y San Valeriano, en acción de gracias por la protección contra las pestes y debido a una plaga de langostas que había castigado a la comunidad. Por entonces, y según algunos relatos de la época, Córdoba albergaba a unos 300 vecinos y alrededor de 10.000 indios.

"En la ciudad de Córdoba en veynte días del mes de Marzo de mil quinientos y noventa y  nueve años,los señores cabildo, justicia y regimiento de esta ciudad dicha,después de aber salido de su ayuntamiento,fueron con el capitán Antonio de Aguilar Vellicia,teniente de gobernador e justicia mayor,y el capitán Trsitán de Toledo,...,y el reverendo padre rector Juan Romero a la quadra y hermita que se le haze merced y se le da por esta ciudad,para que en ella edifique,y haga casa de resistencia..."

Fragmento original,textual de la escritura de donación

Dentro de las investigaciones surge el interrogante sobre dos personalidades de la orden de los que se prestaron a la confusión: Padre Diego de Torres ,Bollo y Padre Diego de Torres, Rubio. Ambos Jesuitas con diferentes obras, e importancias. 
La confusión se debe a que en los manuscritos y la misma historia sólo  denomina al primero como simplemente Diego de Torres, restando importancia supongo por el cargo jerárquico con Torres Rubio.
A continuación la persona que ha dejado una gran impronta dentro de su obra en las latitudes de la ciudad mediterránea, Córdoba.

 ... biografía del padre Torres "Bollo" por Carlos Page.

Padre Diego de Torres, Bollo
Primer viceprovincial del Nuevo Reino y primer provincial del Paraguay.


N. 1551, Villalpando (Zamora), España; m. 8 agosto 1638, Sucre (Chuquisaca), Bolivia.



E. 16 diciembre 1571, Salamanca, España; o. 1580, Sevilla, España; ú.v. 14 agosto 1588, Lima, Perú.

"De familia acomodada con posible acceso político (su padre era gobernador), por reacción quiso hacerse franciscano. Tras sus estudios en Palencia y Salamanca, entró en el noviciado jesuita, teniendo como maestro a Baltasar Álvarez. Hecha la filosofía en Avila y la teología (1576-1580) en Valladolid, se ofreció para el Perú cuando el procurador Baltasar Piñas pedía reclutas.

Llegó (20 mayo 1581) a Lima. Superior de la importante doctrina de Juli (1581-1585), pronto aprendió el quechua y el aymara. Fue enviado de rector a los colegios del Cusco (1586-1592) y Quito (1592-1596). En esta ciudad logró apaciguar la grave situación de los amotinados que se negaban a pagar las alcabalas impuestas por el virrey García Hurtado de Mendoza, que le valió el reconocimiento de Felipe II y del virrey. Fue rector (1597-1599) del colegio de Potosí (en la actual Bolivia), y acompañó (1599), como socio al visitador Esteban Páez, por casi toda la vastísima provincia del Perú.

Elegido (1600) procurador de la provincia en Roma y Madrid, la congregación provincial le encomendó tratar con el P. General Claudio Aquaviva la creación de dos viceprovincias, dada la dificultad de atender desde Lima las casas y colegios jesuitas desde Panamá hasta Chile y el Paraguay. La congregación propuso que una de ellas tuviese como centro a Quito (en el actual Ecuador), y la otra a Chuquisaca. En Roma, T publicó en español e italiano su Breve relación sobre la labor de la CJ en el Perú, en la que incluye relatos de misioneros de los actuales territorios del Perú, Bolivia y Argentina. En breve tiempo fue traducida al alemán, francés, latín y polaco. En España, presentó (1603) un detallado Memorial al Consejo de Indias sobre la penosa situación de los indios y sus remedios (MonPer. 8:458-482).

En 1603, se creó la viceprovincia del Tucumán con los territorios de esta Gobernación, y de la Audiencia de Charcas o Chuquisaca. Ante las repetidas peticiones a Roma de reforzar la acción de la CJ en el Paraguay y Buenos Aires, Aquaviva resolvió crear con estas zonas, además la Gobernación del Tucumán y la Capitanía General de Chile, la nueva provincia del Paraguay. Así moría la efímera viceprovincia del Tucumán. La Gobernación del Tucumán pasó a formar parte de la provincia del Paraguay, y la Audiencia de Charcas quedó dentro de la del Perú. Aquaviva le escribió (9 febrero 1604) a T que para empezar esta provincia del Paraguay había puesto los ojos en él por estar satisfecho de su "mucha religión y celo".

En abril 1604, regresó de Europa con cuarenta y seis jesuitas, de los que diez iban destinados a la viceprovincia del Nuevo Reino. Dejándolos en Cartagena (en la actual Colombia), siguió con los demás a Lima, adonde llegó el 22 noviembre 1604. Poco después se erigió la viceprovincia del Nuevo Reino con las casas y colegios existentes en los actuales Panamá, Colombia y Ecuador. El P. Páez, haciendo caso omiso del nombramiento de T como provincial del Paraguay, le designó viceprovincial del Nuevo Reino. T fue a Quito, donde fijó las normas para los estudios del colegio y aprobó la fundación de misiones en el Marañón. Fue a Santafé de Bogotá, donde implantó los cursos de humanidades y aceptó la doctrina de indios de Cajica, a la que destinó a tres padres. En Cartagena, relevó de otros oficios al P. Alonso de Sandoval para encargarle de la labor entre los esclavos negros.

Aquaviva desautorizó la decisión de Páez e insistió en el nombramiento de T como provincial del Paraguay, que databa ya de 1604. T se encontraba en Cartagena cuando le llegó la orden de Aquaviva de trasladarse al Paraguay. A fines 1607 llegó a Córdoba del Tucumán con trece jesuitas. Durante su provincialato se volvió a abrir la casa de Asunción (cerrada por Páez), se inauguró el colegio de Córdoba y se fundó la residencia de Santa Fe. En 1608, llegaron ocho jesuitas, y dieciséis, en 1610. Con ese refuerzo T comenzó el sistema de reducciones en las cuencas de los ríos Paraná y Paraguay. Se tenían ya las experiencias de los franciscanos, en especial la del P. Luis de Bolaños (1550-1629), y la de los "aldeamentos" en el Brasil de los jesuitas Tomás Fields y Juan Saloní. T añadió su propia experiencia, de los años vividos en la doctrina aymara de Juli. Dispuso que los pueblos se hiciesen "al modo del Perú", con el establecimiento de una plaza central con iglesia, casa de los padres, casa de gobierno, y calles con cuadras regulares. Es posible que también en la organización interna hubiera habido alguna influencia del mundo aymara, como la distribución del pueblo por grupos étnicos, a semejanza de los ayllus andinos, con alcalde propio.

En sus cartas anuas de 1610, 1611 y 1612, relata la fundación de los primeros pueblos, abriendo así la abundantísima historiografía sobre las reducciones guaraníes. Según Antonio Astrain, aunque T "no hubiese hecho otra cosa en toda su vida sino empezar a promover esta obra admirable, tendría justos títulos a que todo el mundo le respetase como a uno de los grandes bienhechores de la humanidad" (Astrain 4:666). Se tuvo (1608) la I Congregación Provincial del Paraguay en Santiago de Chile. Por razón de las inmensas distancias, se propuso la creación de la viceprovincia de Chile, dependiente de la provincia del Paraguay. T impulsó las misiones en las islas de Chiloé, y dio instrucciones sobre la acción de la CJ en contra del servicio personal de los indios en Chile, Tucumán, Buenos Aires y el Paraguay. Su actitud decisiva (1612) en este aspecto repercutió sobre todo en Chile, donde siguiendo la opinión de los jesuitas reunidos en Lima (1607) y el valiente memorial (1610) de los del colegio de Potosí, reforzó la posición de la CJ y abolió el servicio personal. Acabado su provincialato en 1615, pasó a Córdoba, de cuyo colegio fue rector poco después. Volvió (hacia 1621) a la entonces ciudad de Chuquisaca (hoy Sucre), donde murió".



¿y...,Diego de Torres, Rubio?

Nació en Alcázar de San Juan, por entonces llamado Alcazar de Consuegra, en 1547. Comenzó su noviciado en Valencia en 1566, con diecinueve años. Ingresó en la Compañía de Jesús y alcanzó el grado de diácono. Más o menos en 1577 o en 1579 se embarcó para el Perú con otros dieciséis misioneros dirigidos por el padre Luis de Teruel, autor de un Tratado de las idolatrías de los indios del Perú escrito en latín, valioso por las informaciones culturales que suministra, y allí fue ordenado. Tras estar algún tiempo en Lima, pasó enseguida a Juli y, desde 1586 hasta su muerte, trabajó en la actual Bolivia como rector de los colegios de Potosí, La Paz y Chuquisaca (hoy Sucre). Aprendió primero el aymará y después el quechua, orden de aprendizaje que posiblemente refleja la mayor importancia que por entonces tenía allí el aymara. En 1612 hizo un viaje a Lima. En Chuquisaca ocupó la cátedra de aymara durante 30 años. Desde Potosí, en 1595, fue uno de los primeros jesuitas que visitó a los chiriguanos, en compañía del padre Yáñez. Publicó primero un arte quechua y aymara en Roma 1603, reeditado en Sevilla (1619); después un Arte aymara, con breve vocabulario, en Lima (1616) y otro quichua en Lima: imprenta de Francisco Lasso, 1619. Ambas obras fueron reimpresas después por su gran utilidad. Murió en Chuquisaca en 1638, a los 91 años.



publicaciones del padre Diego de Torres Rubio


                                                La Provincia del Paraguay


A pesar de las privaciones y las distancias, los misioneros llevaron el Evangelio y los sacramentos por todos los rincones de la jurisdicción de la Misión del Tucumán. Las noticias que desde América llegaban a Roma a través de las Cartas Anuas impactaron profundamente en el Padre General Claudio Aquaviva, quien dispuso a comienzos del siglo XVII la creación de la Provincia Jesuítica del Paraguay. Las Cartas Anuas eran los periódicos informes que los jefes de cada provincia elaboraban presentando una minuciosa descripción de cada jurisdicción; sus relatos eran enviados al General de la Orden en Roma, y se constituían en una inagotable fuente de información y admiración para los miembros de la Compañía.
La nueva jurisdicción religiosa, surgida en 1604 y ratificada en 1607, abarcaba las entonces gobernaciones de Paraguay, Chile y Tucumán. Fue designado al frente de esta provincia el sacerdote Diego de Torres, quien llegó a Córdoba en los primeros días de 1608. Esta ciudad, gracias a sus mejores recursos y estratégica ubicación, fue elegida como sede del Padre Provincial, quien rápidamente estableció el Noviciado.
Comenzaba de esta manera la acción jesuítica en la Provincia del Paraguay, cuya obra pronto comenzó a ser conocida en el mundo entero. Algunos vieron en el accionar de la Compañía de Jesús en América, y especialmente en la provincia del Paraguay,un ejemplo de evangelización y convivencia en este encuentro de culturas, un modelo a imitar según algunos círculos intelectuales europeos, mientras que otros empezaron a percibir la labor misionera jesuítica con profundo recelo.


General de la Orden Claudio Aquaviva


Iglesias, claustros y estancias...

Desde Córdoba partieron las directivas para toda la Provincia Jesuítica del Paraguay, pero las diferentes realidades fueron marcando algunas características particulares.
En Córdoba, los Jesuitas contaron con el trabajo de indios y esclavos, quienes,bajo la dirección de los religiosos, brindaron su esfuerzo en la construcción de los primitivos edificios de la Manzana Jesuítica y de las estancias, que fueron diseñadas para generar los recursos destinados al sostenimiento de la orden, su obra evangelizadora y sus instituciones educativas. Los aborígenes cordobeses pertenecían  a la periferia del imperio Incaico y su cultura tenía un desarrollo con ciertas limitaciones; además, su población cayó abruptamente debido, entre otras cosas, a las enfermedades traídas por el europeo, contra las cuales no tenían defensas inmunológicas, y a los excesos provocados por los trabajos forzados de los encomenderos. Por otra parte, los esclavos arribados desde África eran individuos que no sólo se les había arrebatado la libertad, sino que además habían sido desarraigados de su lugar y cultura natales.

En las misiones guaraníes (distribuidas actualmente en los territorios de Argentina, Brasil y Paraguay, y declaradas Patrimonio de la Humanidad), los Jesuitas se encontraron con medio hostil como la selva, y con los aborígenes de la región, los guaraníes, que habían alcanzado una fuerte identidad. En aquellas misiones, constantemente amenazadas desde el Brasil, los miembros de la Compañía adoptaron muchos elementos de los nativos, inclusive su lengua, a punto tal que los libros que se imprimían en la primera imprenta de esta parte de América estaban redactados en guaraní.

Aquellas misiones guaraníes, de las que hoy sólo se aprecian sus ruinas, sufrieron la intolerancia y la destrucción del hombre y el avance implacable de la selva una vez expulsados los Jesuitas de América en 1767. Afortunadamente, en Córdoba, el testimonio de aquellos hijos de Loyola ha podido llegar de manera más imponente: las iglesias, los claustros y las estancias esparcidos por el territorio cordobés muestran en su total dimensión el trabajo y el sacrificio de aquellos hombres y el escenario donde desarrollaron su fabuloso legado.

Documental de la llegada de la Compañía de Jesús a Córdoba - emitido por Canal Encuentro
Link directo:






A continuación la Compañía de Jesús en Córdoba a través de los siguientes lugares:


Santa Catalina

La Candelaria

Colonia Caroya

San Ignacio

Jesús María

Alta Gracia

Manzana Jesuítica

Cripta

Capilla Santa Ana


"El objetivo de éste blog es visibilizar a través de investigaciones diversas, de publicaciones agotadas; historiadores, arqueólogos, arquitectos y personas que se sumergieron en éste increíble mundo  dentro de otro. El legado de una cultura irrumpiendo sobre otra..., una bella y fascinante historia.., la de América, la de Córdoba".


Fuente:

El legado de los Jesuitas en Córdoba: Robert Andrew Keegan - Keegan ediciones 2000.
Historia de Córdoba - Efraín Bischoff
Biblioteca pública personal - Carlos Page

Fuente del extracto Padre Diego de Torres Bollo -  MonPer 3-8. ARSI Cast 13; Per 4 I-II; Paraq 4 I-II. Storni, Catálogo 286.

OBRAS. Relatione Breve circa il frutto che si raccoglie con gli Indiani (Roma, 1603. Trads en 1604: esp, alem, franc, lat, polaca). [Cartas anuas, 1609-1614],Documentos para la historia argentina, XIX Iglesia (Buenos Aires, 1927) 3-544. [Tres cartas a F. Borromeo], G. Galbiati, "Notizia sulle antichità sudamericane ...all'Ambrosiana", Atti XXII Congr Intern Americanisti (Roma, 1926) 1:510-515. [Memoriales y cartas], El indio peruano y la defensa de sus derechos. Ed. Q. Aldea Vaquero (Madrid-Lima, 1993). Indice delle lettere a lui [card. F. Borromeo] dirette conservate all'Ambrosiana (Milán, 1960) 346. Streit 1:137, 138, 141; 2:371-375. Vargas Ugarte, R., "El P. D. de T.B. y el Cardenal F. Borromeo. Correspondencia inédita", Bol Inst invest históricas 17 (1933) 59-82.

BIBLIOGRAFÍA. Albònico, A., Il Cardinale Federico «americanista» (Roma, 1990). Aldea, Q., "D. de T., fundador de las reducciones del Paraguay", Zamora y América (Zamora, 1992) 313-333. Astrain 4:823; 5:725. Bielza, Mª J., "Esbozo biográfico del P. D. de T.B.", MissionHisp 43 (1986) 9-45. Korth, E.H., Spanish Policy in Colonial Chile. The Struggle for Social Justice (Stanford, 1968) 96-108. Leonhardt, C., "El Card. F. Borromeo protector de las antiguas misiones del Paraguay",AHSI 1 (1932) 308-311. Lozano, Paraguay 1:549-760; 2:1-98. Piras, G., Martín de Funes S.I. (1560-1611) e gli inizi delle riduzioni dei gesuiti nel Paraguay (Roma, 1998) 41-118. Polgár 3/3:569. Tormo, L., "La Inquisición y los indios del Paraguay", La Inquisición española. Nueva visión (Madrid, 1980) 488-492. Vargas Ugarte 1, passim.

H. Storni