jueves, 2 de abril de 2015

Estancia Colonia Caroya - La primera




La Primera

Hacia fines de 1574, don Lorenzo Suárez de Figueroa entregó en merced estos territorios a don Bartolomé Jaimes.Luego la estancia pasó por una serie de enajenaciones tanto por ventas, como por entregas en dote y herencias, además de un temporario abandono.
Posteriormente, estas tierras fueron ocupadas por el presbítero Pedro Fernández Bandurreira, quien tenía título otorgado por el gobernador Alonso de Rivera.No tardó en presentarse un pleito entre el religioso y los herederos de Don Bartolomé Jaimes, pero el problema quedó solucionado cando ambas partes le vendieron a la Compañía de Jesús en 1616.

Caroya, o Caroyapa, se constituyó así en el primer establecimiento rural que tuvieron los Jesuitas en Córdoba. Presumiblemente, el emplazamiento del original casco estuvo a unos 15 kilómetros al este el la actual ubicación, habiéndose realizado el traslado en búsqueda de mejores condiciones.
En 1624, los Jesuitas lograron que se les otorgara en merced tierras adyacentes a Caroya con el fin engrandecer este establecimiento.
Pero fueron tiempos duros y las finanzas jesuíticas no soportaron el manejo de esta estanzuela, por lo que el 2 de agosto de 1661 fue transferida al presbítero Ignacio Duarte y Quirós por un total de $2.000. Este religioso, quien había heredado una gran cantidad de bienes,administró la estancia durante casi tres décadas.


Propició la fundación del Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Montserrat, hasta que en 1687 decidió donar sus bienes a la Compañía, destinado a la estancia de Caroya al sostenimiento del Montserrat. Duarte y Quirós falleció en la estancia de Caroya el 2 de febrero de 1703.

"...e hizo donación pura y perfecta e invariable que el derecho llama entre vivos al colegio de la Compañía de esta ciudad de Córdoba y en su nombre al P.Tomás Dombidas,su Provincial actual, para efecto de fundar dicho colegio seminario, de los bienes siguientes:...
una estancia llamada Caroya, nueve leguas de la ciudad con tierras contenidas en los títulos..."

Fragmento de la escritura de donación de Ignacio Duarte y Quirós en favor de la Compañía de Jesús-Córdoba 8 de julio de 1687.


Recreación histórica de las ruinas de la primitiva CAPILLA DE CAROYA, conocida desde principios del siglo XIX, como “Capilla Vieja o Caroya Viejo”, realizado por el Arq. Omar Demarchi. Relevamiento practicado el 12 de junio de 1999, cerca de la población de Esquina, por el Prof. Luis Q. Calvimonte y el Lic. Alejandro Moyano Aliaga.



Recreación histórica. La escena representa la Estancia de Caroya en tiempos del Dr. Duarte y Quirós, junto a los colegiales del Monserrat durante la época de vacaciones. La descripción de las construcciones y paisaje está basado en aportes documentales. Dibujo a tinta del Arq. Omar Demarchi. Año 2001. Ambos dibujos están tomados de Historia de la Estancia de Caroya de L. Q. Calvimonte y A. Moyano Aliaga.



De las mercedes, compras y donaciones de tierras.


11/09/1574  (merced)

Las tierras donde se formará la estancia de Caroya fueron dadas en merced por el gobernador Don Lorenzo Suarez de Figueroa al capitán Bartolomé Jaimes, vecino cofundador de Córdoba , pudiéndose leer en la terminología de la época: “… una cañada de tierras que está a cinco leguas poco más o menos de esta ciudad en la travesía, desde los pueblos despoblados de Pedro Díez de Cortes, hacia las sabanas y tierra adentro hacia Guanusacate, que es hacia el norte, en la cañada están dos jagüeles, que la merced se hace desde dichos dos jagüeles la cañada arriba, diez fanegas de tierras de maíz y otras diez hacia abajo, la cual cañada se dice y llama Caroyapa y Istinocora y por otro nombre Ischapa Aupa … “



05/11/1596 (dote)

Juan Maldonado casado con Lucía Gonzalez, hija de Bartolomé Jaimes recibe de éste, la estancia por valor de 200 pesos, como parte de dote.

Juan y Lucía la venden a Diego Funes y su esposa Inés Gonzalez Jaimes, quines a su vez, la entregan en dote a su hija Doña Isabel de Funes al contraer enlace con Luis de Ribera. El matrimonio se radica en la estancia .Al fallecer Don Luis su viuda contrae enlace con el capitán Damián Pérez de Villarreal. Un astuto maestro sastre, llamado Pedro Fernández Bandurreira, solicitó prestado el campo a Luis de Ribera para guardar hacienda. Al fallecer éste, tras algunas maniobras jurídicas y algunas mejoras introducidas, logra la confirmación de la tenencia por parte del gobernador Don Luis de Quiñones Osorio.


Enero – 1616 (pleito)

Doña Isabel de Funes, con su nuevo marido Perez de Villarreal inician el pleito para la recuperación de tierras. Ante lo incierto del resultado de un juicio deciden vender la estancia. El hermano y apoderado de ella, Cristóbal de Funes, interesa para la compra, al padre Diego de Torres, rector del Colegio de la Compañía de Jesús.


16/11/1616 (compra)

Después de muchas tratativas, el padre Torres que estaba buscando tierras para el Colegio, las compra, en 200 pesos, con pleito incluido.


01/12/1616 (pleito transado)

Una vez que el Padre Torres tomó posesión de las tierras se dedicó a solucionar el problema con Fernández Bandurreira. Transó el pleito pagando 250 pesos “ … por las mejoras y labrado y edificado y plantado y corrales …”


08/12/1616 (posesión de la estancia)

Con la intervención de la autoridad de Justicia, Juan Bautista Daniel, se da posesión al Padre Torres en presencia de varios testigos.


02/01/1617 (merced ampliatoria)

A petición del padre Torres, el gobernador Don Luis Quiñones de Osorio,otorgó en merced todas las tierras vacas que había alrededor de la estancia de Caroya “ … ansí de largo como de ancho y contorno hasta lindar con tierras de las estancias de Juan Bautista [Daniel], y de Gaspar de Quevedo y general don Alonso de la Cámara, y Diego de las Casas y Alonso de Coria Bohorquez, y hasta lindar con tierras que pertenecen a los herederos de María Mejía y dona Isabel de Deza, y así mismo haga dicha merced al dicho Colegio de dos leguas de tierra…”

10/12/1624 (solicitud de posesión)

El rector del Colegio, Padre Marcial de Lorenzana , pidió posesión de estas tierras, con manifiesta demora. Cuatro días después, el Hermano Juan Díaz, procurador del Colegio se hizo cargo.


02/08/1661 (venta)

“ El Padre Francisco Ximénez rector del Colegio de la Compañía de Jesús, vende al señor doctor Ignacio Duarte y Quirós, comisario de la Santa Cruzada, la estancia de Caroya que era de este Colegio, nueve leguas de esta dicha ciudad, poco más o menos, y le vende las tierras que tuviere y le perteneciere a dicha estancia conforme a los títulos que se le han de entregar que lindan por una parte con tierras de Cabinda, que es de doña Isabel de la Cámara, viuda de Juan Bautista Daniel ; y por la otra, con tierras de la estancia de Jesús María, las cuales le vende libre de todo censo y tributo especial ni general en precio y cuantía de dos mil pesos de a ocho reales cada uno que por ellos le he dado y pagado en reales de contado de que se da por contento pagado y entregado a su voluntad y por no parecer la paga de presente renunció las leyes del entrega prueba y pago nom numerata pecunia como ella se contiene y confiesa que la dicha estancia y tierras con lo en ella edificado no vale más de los dichos dos mil pesos. Córdoba, 2 de agosto de mil seiscientos sesenta y uno“. Hay varias firmas. 


24/06/1687 (donación)

El gobernador don Tomás Felix de Argandoña, en esa fecha designa al capitán Francisco López del Barco y al capitán Ignacio de Ledesma, para realizar el inventario de los bienes que el Dr. Ignacio Duarte y Quirós dona para la fundación y sostén del Real Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat : “ La estancia de CAROYA, linda por el sur, con las estancias que están sobre el Río de Córdoba. Por el norte con las tierras de Cabinda de Francisco Quinteros, Río Primero debajo de Córdoba; al oeste con tierras de Guanusacate, del capitán don Antonio Celis de Burgos Quiroga. La estancia tendrá una longitud de ocho leguas, y de latitud siete leguas más o menos…” Continua con la descripción de todo lo clavado y plantado, y finaliza : “… Todo lo cual,habiéndolo tasado por menor y cosas aquí referidas , sacamos la cuenta que tienen un valor, y valen 12.000 pesos”.


10/05/1700 (merced)

El gobernador don Juan de Zamudio, concede en merced al maestre de campo don José García de Miranda, las tierras que habían pertenecido a los extinguidos indios de Chavascate. Eran dos leguas a todos los vientos más las tierras sobrantes a sus alrededores. La estancia fue nombrada con el de su santo patrono: san José. [Actual asentamiento de la Casa de Caroya]


02/02/1702

En la Estancia de Caroya, fallece el Dr. Ignacio Duarte y Quirós, fundador el Real Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat.


05/07/1722

García Miranda, entrega las tierras Chavascate a su hija Josefa . Al fallecer ésta (27-oct-1731), soltera, sin descendencia, la hereda su hermana. 


07/03/1732 (venta)

La religiosa del Monasterio de Santa Catalina de Siena, llamada en religión, sor Ignacia de Cristo, vende la estancia de San José de Chavascate al padre Francisco Javier de León, Procurador del Real Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat: ” … Una suerte de tierras cuyo centro principal es el pueblo de indios que fue llamado Chavascate, de esta banda del río que llaman de Casas, con todas las tierras que le pertenecen, por la suma de 125 pesos”.



Aérea de la estancia



plano estructural de la estancia



Otra vez los jesuitas...

Los hijos de Loyola se hicieron cargo del manejo de la estancia en 1687, a la que continuaron haciendo crecer bajo la estricta organización jesuítica. Una de las principales actividades en la estancia, además de las relativas a las acciones rurales, era recibir a los estudiantes del Convictorio de Montserrat.Allí, ellos pasaban las vacaciones y se iniciaban en los asuntos del campo. Como estancia en sí misma, Caroya fue un modesto establecimiento si se compara con la vecina de Jesús María. Prueba de ello, es que al producirse la expulsión de los Jesuitas en 1767, había en Caroya sólo 164 esclavos negros, unas 900 cabezas de ganado vacuno y otro tanto de equinos, según el inventario realizado por el doctor Antonio Aldao, acompañado por el escribano don Ignacio Álvarez y por el sacerdote José Ordoñez en lo relativo a las iglesias.


ingreso que da al patio central


reja de ingreso al patio central

centro y aljibe del patio


dimensión total del patio desde techo de tejas musleras



Los Padres Estancieros y la vida cotidiana

La composición administración de la Orden dependía fundamentalmente del principal operador económico, llamado padre Procurador del Colegio, quien residía en el mismo  y mantenía vínculos con cada uno de los padres administradores de las estancias llamado padre Estanciero. Este último era el superior del establecimiento y convivía con otro sacerdote encargado únicamente de las cuestiones religiosas y uno o os hermanos que lo ayudaban.
El padre Estanciero llevaba un libro sobre las utilidades de la estancia para que fuera controlado en cada una de las visitas que hacían el Provincial o el Visitador,las cuales se efectuaban generalmente cada dos años. Estos libros no fueron pensados para contabilizar las ganancias o pérdidas de los establecimientos rurales, sino para asentar los artículos que el Colegio enviaba a las estancias y los que éstas enviaban al Colegio. Otro de los libros que llevaba reunía órdenes o memoriales y otro los conchabados; en éste último se anotaban los nombres, el periodo trabajado y el salario percibido.
El cargo era ocupado en los primeros tiempos por los sacerdotes de la Orden que, antes o después de aquella función, cumplieron tareas de mayor responsabilidad, como por ejemplo la rectoría de colegios. Posteriormente y aproximadamente en la segunda década del siglo XVIII,tal responsabilidad la comenzaron a llevar los hermanos coadjutores, pero nunca se otorgó la tarea de administrar bienes a los seglares, ya que se desconfiaba de ellos.
Por necesidad,el padre estanciero debía reunir en su persona una multiplicidad de actividades en las cuales se había formado rigurosamente, siguiendo las instrucciones escritas de sus superiores.
En estos preceptos se recomendaba no disponer de los bienes a cargo, no introducir mercadería extranjera,no vender productos de elaboración propia y de otros comprados. En algunos casos hasta se aconsejaba los tipos de maderas que se utilizarían en las construcciones, cómo confeccionar y colocar adobes y tejas, cómo plantar algodón, maíz, yerba, hacer pan, el cuidado del ganado y su multiplicación,la trasquila de las ovejas, la plantación y podado de viñas y producción de vino, tabaco y finalmente cómo hilar y tejer.
Los religiosos de cuarta probación, es decir aquellos que estaban a punto de adquirir el grado sacerdotal,eran los encargados de dar misa por las estancias, además de misionar por el territorio de la provincia. En las vacaciones las misiones eran reforzadas por los maestros y profesores del Colegio.
Juntaban un grupo de personas y durante todo el día se les leía el catecismo y se les oficiaba una misa,se bautizaba a los nacidos en el último año y eventualmente hasta se bendecían los matrimonios.Los misioneros Jesuitas siempre iban de a dos, a fin de distribuir las tareas que incluso no se limitaban a lo pastoral, sino que ayudaban en las labores del campo o trataban de solucionar problemas domésticos.
El adoctrinamiento cristiano se llevaba a cabo en la estancia tres veces por semana.Una reunión se hacía los domingos después de misa, donde se exhortaba a la virtud y observancia de los mandamientos y devoción a la Virgen. Las otras dos se llevaban a cabo los miércoles y viernes por la noche, donde se explicaba la doctrina.
Las Ave Marías y las Ánimas se tocaban todas las noches,igual que en los Colegios. Después, la puerta de la Iglesia se cerraba con llave, como permanecía durante todo el día.
La jornada de trabajo duraba desde el alba hasta el Ave María o puesta del sol.Se comía poco al mediodía y a las 7 de la tarde se cenaba. La ración de comida de las indias o negras se las daba su marido u otra persona, nunca los padres, que tampoco podían entrar a la cocina.
Como complemento de las raciones semanales de carne, yerba,tabaco y jabón, entre otras cosas, se les permitía a la población de origen africano que cultivaran ciertas parcelas de tierras para su propio provecho.
Cada año, a comienzos del invierno y por el frío, se debía proveer a los negros de vestimenta nueva.Para ello casi todas las estancias de la provincia jesuítica tenían sus telares donde se confeccionaba la "ropa de la tierra".
Los padres no debían ir bajo ninguna circunstancia a los ranchos de los negros o de los indios, siendo los esclavos solteros los que nunca debían dormir en los ranchos de los casados, sino solos. Tampoco los padres podían ir a las chacras, salvo por alguna ocasión inevitable en que deberían ir preferentemente con otro sacerdote, hermano coadjutor,negro o indio de confianza. Debían guardar absoluta clausura por lo que no se permitía el ingreso bajo cualquier pretexto de mujer alguna que quisiera incluso hospedarse, acompañada o no; aunque se debían preservar algunas habitaciones fuera del lugar o patio, donde los padres tenían sus aposentos,para determinadas familias que excepcionalmente lo requieran.

Carlos A. Page



Fachada de la capilla


característica constructiva 




interior






Ladislao Orosz
El segundo fundador de la provincia del Paraguay

El sacerdote Ladislao Orosz, considerado por sus contemporáneos como el segundo fundador de la provincia jesuítica, nació en el pequeño pueblo de Csiczér (Hungría), el 18 de diciembre de 1697.
Ladislao era sobrino de una notable general, de las tropas del príncipe Rákóczy; cuando en 1707 las tropas de su tío tomaron Transilvania,Ladislao ingresó en el colegio de los jesuítas en Kassa.Nueve años después, ingresó en la compañía de Jesús de la provincia de Austria, continuando sus estudios en el Noviciado de Trencsén, y luego en Viena y Gratz, para volver a la ciudad húngara de Tyrnuau a enseñar hmanidades,y a Gyöngyös donde impartió retórica poética. En ésta ciudad tomó conocimiento de la experiencia jesuítica del Paraguay y decidió sumarse a una expedición que se estaba formando en Austria. A la espera de poder embarcarse, permaneció dos años en Sevilla, donde aprendería el castellano y concluiría sus estudios de teología. Por fin pudo hacerse a la mar en la Nochebuena de 1728.

Orosz llegó a Buenos Aires el 19 de abril del año siguiente y pasó inmediatamente a Córdoba, donde le asignaron en la Universidad las cátedras de física y filosofía, quedando postergados sus sueños de viajar a las misiones; recién a mediados de 1732 se le propuso que fuera al colegio de Tarija, y de allí a la misión de Chiriguanos.Pero los padres consultores negaron la propuesta del Provincial al considerar que el padre Ladislao era fundamental para la Universidad; y si bien se produjo en Orosz un gran desconsuelo, éste se llevó el unánime reconocimiento de sus pares.
Luego de hacer sus últimos votos en 1733, fue nombrado Rector y Procurador del Colegio de Monserrat el 2 de marzo del año siguiente. Con este cargo ingresaba al gobierno de la provincia y sus opiniones comenzaban a hacerse valer. Tal es el caso de su propuesta de expansión hacia el sur, donde pensaba crear misiones desde el río Salado hasta el estrecho de Magallanes; pero la empresa no tuvo éxito, y las tres reducciones fundadas pronto desaparecieron.
Ladislao Orosz dejó la dirección del Colegio en 1739 al ser designado Secretario del Provincial, siendo enviado a visitar las 30 reducciones. Al fin había llegado a cumplir su sueño, si bien no como misionero, pero la posibilidad de recorrerlas le permitió ayudar a más no poder en cada una de ellas.



En 1743, fue elegido Rector del Colegio de San Ignacio a fin de reorganizarlo. Volvió a Córdoba y se lo designó Maestro de Novicios. Pero al año siguiente, los superiores lo enviaron a Europa como Procurador; junto con su compañero Bruno Morales recién pudieron embarcarse en 1746. Al llegar al Viejo Mundo se entrevistó con el padre General y luego con Lodovico Muratori, el célebre historiador italiano que había escrito sobre las misiones y que al querer completar su libro consultó a Orosz. De allí pasó a Viena para solicitar misioneros y luego a Hungría, donde posiblemente visitó a sus familiares y maestros.
En el verano de 1749 regresó a Córdoba junto con Muriel, Paucke, Dobrizhofer y otros notables Jesuitas que se destacarían en sus labores. Nuevamente se lo designó Rector del Monserrat, donde formó a destacados hombres que serían importantes figuras del virreinato como los hermanos Funes, quienes conocieron las ideas de Francisco Suárez, el Jesuita granadino que pregonaba el origen democrático del poder.
Frisando los sesenta, Ladislao Orosz se convirtió en un filósofo de notoria reputación, siendo nombrado Resolutor de casos de conciencia en 1754.Su popularidad aumentaba con su personalidad subyugante, cuando decidió poner empeño en la instalación de una imprenta en el Monserrat, y lo logró.

Al tiempo de la expulsión fue embarcado en la fragata Venus, quedando truncos sus cuarenta años de trabajo en la Provincia del Paraguay. Arribando a Europa, soportó ocho meses de cárcel; una vez liberado, se trasladó a Viena, donde se entrevistó con la emperatríz María Teresa a fin de solicitarle que intercediera por los Jesuitas compatriotas. A mediados de 1768, Orosz regresó a Hungría para dar clases en el colegio de Nagyszombat, del que al poco tiempo fue designado Rector.
Allí llegaron cartas de los alumnos del Monserrat, quienes le contaban, entre otras cosas que la imprenta funcionaba clandestinamente. Lentamente, el alma abandonaba su cuerpo con tantos y tan gratos recuerdos de Córdoba, no llegó a leer la bula de supresión de la Compañía de Jesús, pues el 11 de junio de 1773 entregó su alma al Creador.



Primitiva habitación, utilizada con diversos fines, ubicada en proximidades del molino, a pocos metros de la construcción principal de la estancia.


De estancia a fábrica de armas blancas


Al ser expulsados los jesuitas en aquel fatídico julio de 1767, la estancia de Caroya pasó a ser dirigida por la junta de Temporalidades.Posteriormente, y hasta 1807, la junta de Temporalidades delegó la adminitración del predio a los Franciscanos, quienes también se hicieron cargo del manejo del Monserrat cuyos alumnos seguían pasando sus vacaciones en la estancia de Caroya,tal como fuera la voluntad de Duarte y Quirós en su testamento.
Pero de la tranquilidad predominante durante la mayor parte del año, y del paso fugaz de los estudiantes monserratenses, Caroya pasó a vivir los frenéticos tiempos de las luchas por la Independencia. Luego del 25 de Mayo de 1810, las Provincias Unidas debieron enfrentar con escasos recursos las sacrificadas y costosas batallas para la expulsión final de los realistas.
Por entonces, quedaron funcionando fábricas de fusiles en Tucumán y Buenos Aires, y se habían instalado en la capital cordobesa, de unos 8.500 habitantes, una fábrica de pólvora. Pero sin dudas que faltaba un establecimiento productor de armas blancas que aprovisionara fundamentalmente de los sables y las bayonetas que el Ejército del Norte necesitaba.
Diversas circunstancias motivaron que dicha fábrica se instalara definitivamente en Caroya, como por ejemplo su estratégica ubicación en proximidad al Camino Real al Alto Perú y el aprovechamiento de las construcciones de la época jesuítica. Hacia 1813, el Director Gervasio Posadas le encomendó al coronel Manuel Rivera, a la sazón responsable de la fábrica de fusiles de Tucumán, que realizara las acciones necesarias para la radicación  de la fábrica de armas. Pero el ministro de Guerra del Director Posadas, el coronel Francisco Javier de Viana, había ejercido por un tiempo la gobernación de Córdoba e impulsó la elección  final de Caroya.

En 1814, y durante este periodo fabril, se le incorporaron numerosas refacciones al primitivo casco de la estancia, como toda el ala norte de dos plantas con torres de vigilancia. Precariamente se instalaron las fraguas para elaborar los aceros destinados a las armas de los héroes de la independencia. Hacia 1815, la figura de José Gervasio Artigas, caudillo de la Banda Oriental, comenzó a influir decididamente en la provincia de Córdoba.


Ala norte del casco de la estancia, que sufrió las mayores modificaciones cuando en 1814 comenzó a funcionar allí la primera fábrica de armas blancas de las Provincias Unidas.

Uno de sus primeros aliados fue el coronel Jose Javier Díaz (posterior dueño de la estancia Santa Catalina), quien al hacerse cargo de la gobernación de Córdoba le encomendó al director Manuel Rivera construir sendas espadas para obsequiarles a Artigas y a Rondeau, jefe del Ejército del Norte; por su parte Rivera decidió elaborar otra para el propio José Javier Díaz. Si bien la espada para Artigas jamás llegó a sus manos por diversas causas, la misma se halla expuesta en Montevideo; en tanto una réplica se encuentra entre las colecciones del Museo de Caroya.
Finalmente, a comienzos de 1816, el gobierno central ordenó el cierre de la fábrica de armas blancas en Caroya, lugar que sirvió de descanso para no pocas personalidades de nuestra historia como el general Manuel Belgrano, y escenario de entrevistas como la de los generales Lamadrid y Lavalle, después de la batalla de Quebracho Herrado en 1840.


El ferrocarril y la llegada de los colonos...

Al aquietarse los tiempos bélicos, Caroya volvió a mostrar, especialmente durante el verano, la algarabía de los monserratenses que pasaban sus vacaciones.
En mayo de 1870, llegó a la ciudad de Córdoba el ferrocarril, iniciándose en 1873 el tendido del Ferrocarril del Norte que unía Córdoba con Tucumán.
Cuando en 1874 Nicolás Avellaneda sucedió a Domingo F.Sarmiento en la presidencia de la Nación, se incrementó la política inmigratoria desde la Nación, mientras que también el gobierno provincial intentaba fomentar y encauzar la colonización.
En 1876 se produjo la inauguración de la totalidad del tramo ferroviario entre Córdoba y Tucumán, y en medio de la fuerte política de fomento a favor de los colonos, fue sancionada una ley que mandaba crear, entre otras, la Colonia en los campos de Caroya. En marzo de 1878 llegaron los primeros colonos de Caroya, fueron alrededor 300, la mayoría provenientes de la región del Friuli en Italia, los que se establecieron provisoriamente en la estancia de Caroya hasta que se les asignaran sus parcelas y construyeran sus viviendas.
De esta manera, la Casa de Caroya fue testigo de los primeros tiempos de esos laboriosos extranjeros que levantarían la actual población de Colonia Caroya.

A comienzos del siglo XX, la Casona de Caroya entró en un oscuro periodo, en el incluso fue ocupada por intrusos ilegales que la tomaron como vivienda, En 1941, Caroya fue declarada monumento histórico nacional; y en 1965, el gobierno provincial encabezado por Justo Páez Molina expropió esta propiedad. El 29 de enero de 2000, la Casa de Caroya fue declarada monumento histórico provincial.


Retrato de una de las familias más antiguas de Caroya -Familia Grión



Imágenes fuera de tiempo...























"El objetivo del blog es visibilizar el legado Jesuita en nuestra Provincia para entender el sincretismo cultural de éste importante período histórico con nuestra actualidad, cual determina no sólo a una ciudad, si no a todo un continente.
El mismo se encuentra sujeto a nuevas actualizaciones."


Fuentes consultadas:

El Legado de los Jesuitas en Córdoba: Robert Andrew Keegan - Keegan Ediciones S.R.L año 2000
Asesores: Efraín Bischoff y Carlos Page
El Monserrat: Fernando Beato-Juan Manuel Bergallo-Liliana De Denaro-Rodolfo Gallardo-Jose Maria Lascano-Eduardo Moron Alcain-Teodisio Pizarro. 1987.
Historia de Córdoba: Efraín Bischoff - Plus Ultra 1995.
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