Los primeros tiempos
Desde el año 1528 se produjeron las primeras incursiones del conquistador español en el actual territorio cordobés. En las sucesivas expediciones, uno de los lugares explorados fue el faldeo oriental de las Sierras Chicas, al sur del río Primero (Suquía), valle que los nativos denominaban Paravachasca, nombre que derivaría del idioma Quichua y significaría "lluvia nacida" (para= lluvia, y uachasca = nacida).
Por entonces, los Comechingones dominaban plenamente esa región, pero la conquista del europeo vendría a alternar definitivamente la evolución de la centenaria cultura aborigen.
Realizada la fundación de Córdoba, el 6 de julio de 1573, las autoridades iniciaron el reparto y la entrega de vastos territorios llamados mercedes a los pioneros colonizadores, con el fin de que éstos pudieran mantenerse y desarrollarse junto a sus familias. El 8 de abril de 1588, la región de Paravachasca le fue entregada en merced a don Juan Nieto (en las actas figura como Johan), quien había arribado en la expedición al mando de Jerónimo Luis de Cabrera que dio origen al nacimiento de Córdoba. Por aquellos años, don Juan Nieto se desempeñaba como escribano público del Cabildo y se convirtió en el primer propietario e las tierras de Paravachasca con los debidos títulos, según el ordenamiento jurídico de la corona española.
Don Juan Nieto estaba casado con doña Estefanía de Castañeda, hasta que en 1609 lo sorprendió la muerte, heredando doña Estefanía y María, la hija de ambos, la merced de Paravachasca. Al poco tiempo falleció María, y en 1612 doña Estafanía contrajo nuevas nupcias con don Alonso Nieto de Herrera, quien al hacerse cargo del manejo de los bienes familiares estableció una estancia en Paravachasca, a la que bautizó con el nombre de Nuestra Señora de Alta Gracia en honor de la patrona de su pueblo natal en España: el Agarrobillo de Alconéctar.
Don Alonso Nieto de Herrera heredó plenamente los bienes de su esposa cuando ésta falleció en 1623. Tiempo después, contrajo enlace con Juana Solís Benavente, pero volvió a quedar viudo. En soledad, y sin descendencia de sendos matrimonios, don Alonso Nieto de Herrera decidió ingresar a la orden de los Jesuitas,donando a ésta todos sus bienes.
"...Y ansi siguiendo la voluntad, de nuestro buen Dios y Señor, de mi agradable voluntad, por servir a su divina magestad otorgo por la presente que desde ahora para siempre jamás hago gracia y donación plena, perfecta e irrevocable que el derecho llama inter vivos al Colegio de la Compañía de Jesús de esta ciudad de los bienes muebles y pastos que el Señor me ha dado que son los siguientes:
La Estancia nombrada Nuestra Señora de Altagracia a 5 leguas de esta ciudad, poco más o menos conforme a los títulos que de ella tengo..."
Fragmento de la escritura de donación de Alonso Nieto de Herrera en favor de la Compañía de Jesús - Córdoba, 24 de junio de 1643.
Llegada de los jesuitas
Cuando los sacerdotes Jesuitas tomaron la dirección de la estancia de Alta Gracia, a mediados del siglo XVII, el establecimiento comenzó a experimentar un rápido crecimiento con nuevos edificios y ampliando su superficie, en función de adquisiciones de tierras vecinas. Los principales artífices de la revolución edilicia de la estancia fueron el coadjuntor Giovanni Bianchi y el hermano Juan Kraus. Con el paso de los años tuvo lugar una mayor capacidad de producción, especialmente en la elaboración de tejidos confeccionados en el Obraje.
Posteriormente, el auge de la actividad minera en Potosí requirió de mulas para el transporte de pesadas cargas,comenzando las estancias jesuíticas de Córdoba a proveer importantes cantidades de ganado mular.
Al igual que los otros establecimientos rurales jesuíticos, Alta Gracia generaba ingresos para el mantenimiento de la Orden, fundamentalmente del Colegio Máximo y de la posterior Universidad.
La construcción principal de la estancia de Alta Gracia ha perdurado casi inalterada hasta nuestros días gracias al esfuerzo y cuidado de los diversos propietarios.Inclusive, cuando se introdujeron algunas modificaciones, se tuvo la delicadeza de guardar los elementos originales como ventanas, puertas etcétera. (Todo referido a gestiones pasadas)
Hoy se cree está en una situación opuesta debido a una mala decisión de su párroco respecto a "mejoramiento" de piso..y la iglesia cerrada para restaurar dicho error.
patio interno
Los esclavos en tiempos de los jesuitas
Los indios en general, y los esclavos en particular, fueron dos entidades humanas al extremo marginales.Pero ante la escasez de los primeros (múltiples formas de exterminio en el tiempo),los hijos de Loyola tuvieron que afrontar la necesidad de poseer un gran número de africanos. Con ello debieron absorber mayores costos en sus empresas, ya que no podían comercializar sus productos si para manufactura era empleada gente asalariada,porque ésta se la consideraba una actividad comercial y,en consecuencia,prohibida a todo tipo de religiosos.
En su contexto, los esclavos que servían a los Jesuitas tenían ciertos privilegios que emanaban del trato que les confería. ¿Cómo explicar que dos Jesuitas a cargo de una estancia tuvieran el control de alrededor de 300 personas, en establecimientos que en ocasiones llegaban a cientos de miles de hectáreas? Pues, la preocupación por el orden económico, sobre todo en el siglo XVIII,llevó a recomendar a los Jesuitas que haciendo a los esclavos buenos cristianos, los harían buenos sirvientes.
La compañía de Jesús se distinguió por enseñarles oficios diversos a los esclavos, de tal modo que llegaron a ser excepcionalmente valiosos y reconocidos. En medio del sistemático proceso de desculturización que soportaron, sumado al desarrollo de una conciencia que fomentaba la sumisión y la mera subsistencia, los negros encontraron en los Jesuitas una esperanza de vida expresada en la autoestima por el trabajo.
Los oficios de los varones variaban desde músicos a albañiles,relojeros a carpinteros, herreros a pintores.
Comenzaban a trabajar a los 8 años, siendo una esclava mujer quien guiaba a los niños en sus tareas y ministerios. Por su parte, las mujeres que en número superaban levemente a los varones, eran ocupadas en diversas actividades, no diferenciándolas mucho de los hombres,pues incluso se las empleaba,por ejemplo en la construcción de los edificios. También se les encomendaba que velaran por la salud y los partos. Hasta los doce años vivían todas juntas en una habitación a cargo de otra esclava, que debía cuidarlas por lo menos hasta que se casaran.
los hijos de Loyola participaron del tráfico negrero en forma activa. Ni siquiera cuestionaron la esclavitud como institución, Cuando alguno de ellos los hizo, se lo reportó. Había una razón pragmática que prevalecía y era que los esclavos eran necesarios para sostener la economía de las estancias.
Ciertas reglas habían que respetar, como aquella que indicaba que si un esclavo cometía un delito o intentaba huir,pronto debía ser vendido, al igual que aquellos que perdían la pureza de la raza. Por eso, el hecho de ser puestos a la venta constituía un verdadero castigo, y seguramente era considerado por ellos como el peor.
Otros tipos de castigos, como corporales, existieron en las estancias jesuíticas. Prueba de ello son las innumerables recomendaciones que dictaban los superiores a fin de que no se cometieran abusos,sosteniendo que el mal trato constituía un pecado mortal y debía ser castigado con azotes públicos.
Contradictoriamente eran permitidos los azotes a los esclavos hasta el número de 25 y 70 por ofensas serias.
Como contrapartida se puede afirmar que la movilidad del africano era muy amplia. Se les permitía hacer sus propios negocios y hasta se les daba la posibilidad de comprar su propia libertad. Pero con ella se sometían a otro tipo de esclavitud,cual era la del rechazo y marginación social que los confinaban a una vida nómada de verdadera miseria.
Algunos esclavos vivían en los puestos de las estancias, aunque generalmente en forma temporal. periódicamente viajaban a la estancia para asistir a los oficios religiosos y visitar a su familia. Pero la gran mayoría de los esclavos vivían en la Ranchería, ubicada junto a la residencia de los padres. Era un gran rectángulo con una sola puerta de entrada, con las habitaciones alrededor que se abrían a un gran patio.
En general, reinaba una armonía aceptable, tanto para los padres Jesuitas como para los esclavos que evidentemente, se rompió con la expulsión de los primeros. Con este abrupto cambio de propietarios también se trasformó el trato y las relaciones, apareciendo la rebeldía, la huida etcétera, como forma de encontrar o expresar en una protesta una situación que empeoraba su condición de vida.
Carlos A. Page
maqueta cual se puede observar claramente las dependencias (Rancherías)
en diagonal a la iglesia.
en diagonal a la iglesia.
Plano del Museo | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
|
Hoy
La distribución de las habitaciones del bloque principal se dio alrededor del cuadrangular Patio de Honor o Patio Mayor, desde donde se accede a la planta superior por una imponente doble escalera. Los anchos muros de calicanto y adobe sostienen la estructura donde resalta la galería en torno al patio con sus bóvedas. En la parte posterior del complejo se encuentra el Patio Menor, donde se halla el edificio que fuera destinado a la herrería y el acceso a la cocina. La herrería artística de esta estancia proveyó de las más bellísimas rejas que ornamentan todo complejo, pero además de distintos elementos destinados a las aberturas.
Por otra parte, adosado al lateral sur del casco de a estancia se dispone la Iglesia. La actual construcción fue la tercera obra que levantaron los Jesuitas. La escasez de recursos motivó que los religiosos muchas veces erigieran sus edificios con elementos austeros y poco durables como el adobe. Pero con la evolución misma de la economía de las estancias los padres iban cambiando los materiales, y hasta incluso reemplazando las construcciones primitivas por otras más evolucionadas.
Tal es el caso de la Iglesia consagrada a Nuestra Señora de Alta Gracia, cuya finalización se remonta a 1762,y donde se destaca su techo totalmente abovedado, el altar y las pinturas que ornamentan los interiores de techos y cúpula.
Reproducción parcial de pinturas que ornamentan la cúpula de la iglesia
La Parroquia ...
En tiempos de la Junta, Alta Gracia pertenecía al Curato de la ciudad de Córdoba, con sede en la catedral. Se nombró como cura al padre Juan Justo Rodríguez (1751-1832), hijo de Manuel Rodríguez, a su vez patrono de la iglesia.
El curato de Anejos, creado por el Obispo fray José Antonio de san Alberto, con sede en la Capilla Nuestra Señora de la Candelaria de la estancia de La Lagunilla, tuvo una primera división el 22 de enero de 1856 y luego el 12 de octubre de 1894, Anejo Sur toma el nombre de Santa María. El primer cura párroco fue el Dr. Pedro Vicente Ferreyra (1750-1814).
En 1810 pasa a ser vice-parroquia, compartiendo con la Capilla de San Vicente ubicada al norte.
Otro de los edificios que conformaban el casco de la estancia era el Obraje. Situado al costado de la Iglesia cruzando la calle, aquellos muros, que fueron mudos testigos de la producción textil, albergan en la actualidad las actividades educativas del Colegio Técnico.
El Obraje (historia y presente)
| ||
En el Obraje se desarrollaban actividades económicas tendientes a la elaboración de materias primas así como educativas. En él se enseñaban distintos oficios. El edificio se ha conservado hasta nuestros días y es en la actualidad propiedad de laCuria Eclesiástica de Córdoba. Cabe hacer notar que la palabra "obraje" es usada en distintos documentos de la época jesuítica con dos significados: "el Obraje", es decir la construcción con todas sus dependencias y el "obraje" es decir un ala del edificio donde se desarrollaban actividades textiles.
El Obraje cumplía una función mixta, primordialmente económica, pero también educativa. Lugar de elaboración de materia primas y lugar de trabajo de esclavos. Se enseñaban distintos oficios. Había talleres de telares, carpintería, horno, despensa y oficina.
A.H.P.C., Esc. 2, Leg. 43, Exp. 12, f. 584. Año 1771, anotado 1772. En este expediente se lee: "[...] El obraje se conforma de un salón que se dice la iglesia vieja con su puerta de una mano [...] con sus ventanas que caen a la parte del poniente [...]
El edificio del Obraje ha sufrido modificaciones en su interior, sin embargo aún son reconocibles las estructuras originarias. En base a los datos que hay de 1767.
| ||
| ||
Una escuela con amplio sentido social, donde los alumnos tuvieran igualdad de oportunidades, más allá del estrato social al cual pertenecieran, donde se respetaran los principios de la religión Católica Apostólica Romana, donde se formaran jóvenes responsables, participativos y críticos, defensores de la paz, la justicia y los derechos humanos, que practicaran la vida en democracia, respetando y cuidando la creatividad y un permanente compromiso con la comunidad y donde la familia fuera el fundamento de su estructura.
Una escuela que rompiera definitivamente la antinomia social: CONOCIMIENTO - FORMACIÓN - TRABAJO, que despertara en los jóvenes la inquietud por el "SABER HACER", por el "SABER", por el "SER" y por el TRABAJO EN EQUIPO, que integrara a PADRES, ESTUDIANTES y DOCENTES en una COMUNIDAD EDUCATIVA tras la tarea indelegable de devolver a la comunidad un grupo de Técnicos formados en CIENCIA y CONCIENCIA.
Con estas prioridades, en 1960 se creó el primer año, con los planes del ex - C. O. N. E. T. (Plan 1574/65) y una matrícula de 43 alumnos, con la meta cierta de poder completar en los próximos dos años el Ciclo Básico Técnico, ya que el lugar físico con que se contaba y las escasas posibilidades económicas requerían un proyecto realizable y seguro, dejando para más adelante la creación del Ciclo Superior, que se concreto en el año 1973.
Por iniciativa del Prof. Alfredo Ruibal, el Prof. José Ferrero, y los señores Antonio A. Abraham y Roberto B. Brunengo, por el Centro de Hombres de la Acción Católica y los Sres. Dr. Pedro Perina Cáseres, Ing. Adolfo Suárez Amengual, Adhemar Torres son invitados a participar en la concreción de la fundación de un Instituto Privado de Enseñanza Secundaria que comenzaría las clases en Abril de 1960.
Se reunieron el día 3 de noviembre de 1959 a las 22:00 hs. en la Casa Parroquial
Primer Consejo Directivo
Representante Legal: Pbro. Domingo Viera.
Director: Ing. José Suárez Amengual.
Secretarios: Sr. Marcelino Pelaez y Sra. Amanda C. de Sandonato.
Tesorero: Sr. Roberto Brunengo.
Presidente de la Liga de Padres de Familia: Dr. Pedro Perina Cáceres.
Representante del Personal Docente: Dr. Angel Miguel Falabella.
Representante del Personal Técnico: Sr. Antonio Abraham.
Asesor Docente: Prof. Alfredo Ruibal.
El 4 de Abril de 1960 el sueño de la ciudad se convirtió en realidad, nació el prestigioso Instituto "El Obraje" y esta es su historia.
|
http://www.elobraje.edu.ar/elinstituto_hist.php
Martín López
El difícil oficio de padre estanciero
Los establecimientos rurales jesuíticos fueron fuentes principales del desarrollo económico, siendo prolijos administradores los encargados de llevar adelante las empresas a las que estaban destinados. Uno de ellos,el padre Martín López, se destacó notablemente,prueba de ello son los múltiples elogios que en no pocas oportunidades recibió del mismo padre General de la Compañía de Jesús, y siendo además, merecedor a que el padre Orosz, en una serie de biografías sobre Jesuitas rioplatenses, se detuviera con particularidad en su vida.
El padre López nació en la pequeña población de Hecho, junto a los Pirineos,en la provincia española de Huesca, el 10 de noviembre de 1686. El joven Martín pasó los primeros años de su niñez en las estancias de Aragón. Por razones de estudio fue llevado a una hoy desaparecida población de Zaragoza, donde aprendió filosofía y se acercó al padre Miguel Jerónimo Monreal, quien los condujo a la vida religiosa. Aunque el padre Provincial no quería admitir jóvenes en el Noviciado, Martín esperó sin desesperar, e incluso estimulado por los hechos de San Estanislao de Kostka, decidió partir a Roma donde finalmente consiguió la admisión por parte del Padre General.
De esta manera, y a los 23 años, ingresó a la Compañía de Jesús, realizando en 1726 sus últimos votos en Santiago del Estero. Muere diez años después en la estancia de San Ignacio de Calamuchita, el mimo día en que cumplía 50 años de edad.
Estos son los datos más conocidos de su vida. Pero su trabajo como misionero tuvo ajetreos que se iniciaron apenas tomó la decisión de embarcarse a las lejanas Indias Occidentales.Fue así que tuvo la poca suerte de reclutarse en una accidentada expedición: el viaje comenzó el 11 de febrero de 1710 y llevaba a 45 futuros misioneros, pero fue el 8 de septiembre del mismo año cuando fueron apresados, junto con otros 33 misioneros que iban a Chile, por un grupo de holandeses, los que terminaron arrojándolos sin sus pertenencias a Lisboa. Por tal motivo, en la capital portuguesa se dispuso una ayuda de 8.000 pesos para tratar de que no fracasara la misión y el 9 de octubre de 1711 se asignaron otros 6.000 pesos, aunque los misioneros se vieron forzados a regresar a Sevilla, donde Martín López enseñó filosofía por un tiempo. Al partieron desde el puerto de Cádiz llegando al de Buenos Aires el 8 de abril de 1712.
El padre López comenzaba de esta manera su vida como futuro Jesuita. Estudió en el noviciado de Córdoba y luego pasó, como dijimos, a Santiago del Estero, donde entre sus habituales actividades pastorales se encargó de la construcción de la Casa de Ejercicios.
Su destino definitivo sería la estancia de San Ignacio de los Ejercicios en Calamuchita, establecimiento que formó desde sus inicios gracias a la donación efectuada en 1726 por el comerciante español Pedro Echazarraga. Transcurría el año 1728 cuando el padre Provincial lo designó como "Procurador General" de la estancia, es decir su padre estanciero.
Tenía por compañero al hermano portugués Domingo Duarte, siendo la actividad de López tan ardua en la estancia que se lo eximió de todo otro ministerio y pasó a residir en forma permanente en la misma.
Cuenta el padre Orosz que en los días domingos o festivos todos iban a escuchar las arengas del padre López, juntándose una verdadera muchedumbre, sobre todo de negros esclavos a quienes los instruía personalmente en los preceptos de la fe.
López - continúa su biógrafo - "amaba ponerse por debajo de todos, huyendo de las prefecturas más espléndidas que ofrecía Roma, las acciones notables hechas por él, apocarlas. La fuerza en el decir y otras cosas de donde se siguiera celebridad o fama,incubrirlas. Ingenioso en atribuir a Dios y a los otros el éxito de los trabajos".
Herrería jesuítica
Este cuarto, ubicado en el patio trasero, fue erigido con anterioridad a la residencia de la estancia. Allí funcionó la herrería, hasta 1786 después tuvo otros fines como cocina, hasta 1795; panadería, hasta 1874; y pesebrera, hasta mediados siglo XX.
El tercer elemento que complementa la estructura principal de esta estancia es el Tajamar, embalse situado en el costado norte de la principal edificación.
Para los hijos de San Ignacio de Loyola la optimización y el aprovechamiento del recurso hídrico constituyeron una permanente preocupación. Es por ello que los religiosos construyeron junto con los indios y los esclavos una serie de muros en el cauce del arroyo,llamado ahora Los Paredones, finalizando con el reservorio del Tajamar, espejo de agua cuya superficie es de 1,4 Ha.
Esta represa no sólo se constituyó en una reserva vital de agua sino que también posibilitó la organización de un molino hidráulico con el que se obtenían harinas y granos molidos.
Cabe agregar,que la estancia se complementaba con otras construcciones menores que no resistieron el paso del tiempo, como las Rancherías, la huerta y los corrales para los animales.
El Reloj Público es un elemento erigido en 1938 por los arquitectos Nélida Aspilicueta y Nereo Cima, con motivo de celebrarse los 350 años de la entrega en merced de estas tierras a don Juan Nieto.
Tajamar
Elementos del molino hidráulico - Se encontraba en el extremo nordeste del Tajamar
El agua era desviada por una acequia que cruzaba la actual calle, y por gravedad la corriente hacía girar la rueda del molino. Ésta hacía mover la piedra superior a través de un eje, mientras que la piedra inferior permanecía fija. La fricción entre estas piedras producía la molienda de los granos.
Después de la expulsión...
Con la decisión emanada por el rey Carlos III, en febrero de 1767, los Jesuitas fueron forzados a abandonar tierras americanas en medio de una intensa y prolífica labor. El 12 de julio llegó a Alta Gracia una partida, al mando de Diego de Casas, con el fin de implementar la voluntad real. En aquel momento, se encontraban en la estancia los religiosos Pedro Nolasco López, Juan de Molina y Francisco Benito, quienes fueron apresados y conducidos a Córdoba. Por entonces, Alta Gracia contaba con acerca de 300 esclavos, alrededor de 4 mil cabezas de vacunos, unos 8 mil yeguarizos y más de 4 mil ovejas.
Al igual que el resto de las propiedades cordobesas de los Jesuitas, la estancia de Alta Gracia quedó bajo la administración de la Junta de Temporalidades. La decadencia fue el rasgo distintivo en todos estos establecimientos, con una sensible disminución de los ganados y una marcada falta de mantenimiento edilicio.
Cuando en 1772 se dispuso el remate público de los bienes jesuíticos, la estancia de Alta Gracia fue adquirida por José Rodríguez, quien por entonces era propietario de la casona donde habitara el primer gobernador -intendente de Córdoba del Tucumán, vivienda donde hoy funciona el museo Marqués de Sobremonte.
Don José Rofríguez había comprometido concretar la compra de la estancia en tres cuotas en un plazo de nueve años, pero luego de dos años, y ante la imposibilidad de potenciar el funcionamiento del establecimiento, la familia Rodríguez solicitó a la Junta de Temporalidades una postergación de los vencimientos por un plazo de cinco años. Incluso al momento del fallecimiento de don José Rodríguez, en 1786, todabía no se había abonado un peso a la junta de Temporalidades. El tiempo fue pasando entre dilaciones e intimaciones: por un lado lo herederos de don José,sus hijos Victorino y Manuel; y por el otro, las autoridades a cargo de las Temporalidades. Finalmente, éstas decidieron rematar a la estancia de Alta Gracia que hasta ese momento seguía administrada por Manuel Rodríguez. La subasta se realizó el 11 de mayo de 1796, en un acto presidido por el propio gobernador-intendente Sobre Monte y realizado en la propia casa que pertenecía a la familia Rodríguez (hoy museo Sobre Monte). La mejor oferta fue realizada por don Juan del Signo, quien al ser notificado de haber sido el beneficiario, declaró que la compra la había realizado en favor de don Antonio de Arredondo y don Victorino Rodríguez, los que previamente habían arreglado una división de la estancia.
Victorino Rodríguez, hijo de don José, estrecho colaborador del marqués de Sobre Monte y creador de la Cátedra Instituta (Derecho) en la Universidad,se convirtió en el nuevo propietario del casco de Alta Gracia.
En la primera década del siglo XIX, y luego de las fallidas intentonas británicas en el Plata, algunos soldados tomados como prisioneros fueron remitidos a la estancia de Alta Gracia, donde permanecieron recluidos por un tiempo.
Semanas antes de producirse los hechos de Mayo de 1810, Victorino Rodríguez le vendió la estancia a Santiago Liniers, héroe de la Reconquista. Pero llegado el grito revolucionario de Buenos Aires a Córdoba, la suerte de las principales autoridades coloniales estaba echada: el entonces gobernador Gutiérrez de la Concha, Santiago de Liniers, Victorino Rodríguez, Joaquín Moreno y Santiago Alejo de Allende fueron fusilados el 26 de agosto de 1810 en proximidades de Cruz Alta, en tanto el obispo Orellana salvó su vida por su condición de religioso.
Los hijos de Liniers, los que fueron puestos bajo la supervisión de tutores, quedaron viviendo en la estancia de Alta Gracia. En 1820, uno de esos tutores, José Manuel Solares, adquirió finalmente la estancia. Solares tuvo una marcada notoriedad en la Córdoba de mediados del siglo XIX por su dedicación a la educación popular,siendo designado visitador de escuelas por el gobierno de escuelas de Córdoba.
Bajo la administración de Solares la estancia retomó el camino de un desarrollo sostenido, a punto tal que en 1868 José Manuel Solares dispuso la fundación de una villa a través de su testamento. Un dato distintivo de la personalidad de Solares es que donó terrenos a gente sin recursos, pero de probada honradez, para que en menos de una año levantaran sus viviendas.
Nacía así la población de Alta Gracia.
El 14 de mayo de 1941, la estancia de Alta Gracia fue declarada Monumento nacional por Decreto Nº 90.732/41 donde se lee: ..” estancia jesuítica de Córdoba, con colegio y templo. Éste último de gran originalidad, en cuya construcción intervino el arquitecto hermano Blanqui, se concluyó en 1726…”
El 26 de marzo de 1954, por decreto (ampliatorio) Nº 4724, “decláranse monumentos históricos los siguientes inmuebles situados en la provincia de Córdoba: la estancia (hoy llamada Casa del Virrey), el obraje, el mirador, el tajamar, y las ruinas de los que fueron el viejo molino y batanes…”.
El 23 de septiembre de 1965, por decreto Nº 8.293, el presidente Arturo U. Illia, declara de “utilidad pública” a la “Estancia de Alta Gracia”. Se debieron efectuar seis expropiaciones para integrar el actual patrimonio que compone la estancia.
El 2 de diciembre de 2000 como parte del sistema Jesuítico Cordobés, Alta Gracia, las otras estancias y la Manzana de la Compañía: Iglesia, Capilla Doméstica, Residencia de los Padres, Rectorado de la U.N.C. y Colegio Monserrat, fueron declaradas por la UNESCO: Patrimonio de la Humanidad.
El museo y sus colecciones
A partir de la muerte de José Manuel Solares, la estancia de Alta Gracia siguió por casi un siglo en manos privadas. En 1970, esta edificación fue expropiada por el gobierno nacional. Posteriormente, se emprendió un vasto proceso de restauración y de investigación, creándose el Museo Histórico Nacional casa de l Virrey Liniers. Recorrer este bello edificio le permite al visitante repasar nuestra historia, desde los aborígenes que habitaron esta región, los primeros europeos, la imponente etapa jesuítica, las invasiones inglesas y Santiago de Liniers, hasta fines del siglo XIX.
Al acceder al conjunto principal, el visitante se encontrará con el el Patio Mayor. A la derecha se ingresa a la boletería y venta de libros y souvenirs, pudiéndose recorrer dos salas para exposiciones y parte inferior de lo que fueron los baños de la residencia.
Luego, habrá que subir a la planta alta por imponente doble escalera. Hacia la izquierda el visitante podrá observar los accesos a la españada de la Iglesia y al interior del templo por una puerta especial. En frente de ésta,se halla una sala para conferencias que en la época jesuítica eran dos habitaciones, pero que fueron unidas en tiempos de Santiago de Liniers para establecer allí un comedor,al igual que la ante cocina contiguas, que estuvieron vinculadas entre sí por una maqueta completa del casco de la estancia y del molino a la vera del Tajamar, además de piezas utilizadas en la construcción. Es digno de admirar los muros de estas habitaciones y sus aberturas, como así también los herrajes y bisagras que eran forjadas artesanalmente.
Volviendo a la altura de la doble escalera se puede pasar al patio posterior, donde es posible ingresar a la cocina colonial y a la herrería, o realizar un atrapante recorrido por la galería abovedada en forma de "ele" y a las diferentes habitaciones.
De esta manera, se irán sucediendo una alcoba completa y una sala con mobiliario del siglo XIX,donde se destacan piezas pertenecientes a Liniers,como un termómetro y un escudo familiar.Más adelante se encuentra la biblioteca, para uso de los investigadores.
Entre piedras sapos talladas y piezas de herrería se accede al ala norte, donde se encuentran expuestas piezas de carpintería, herrería, arte religioso, pinturas de la época colonial y elementos de música. Se destacan un marco oval de algarrobo de una ventana original de la Iglesia del siglo XVII. la parte principal del órgano jesuítico de la estancia de Alta Gracia de 1750 y un gran óleo sobre tela del siglo XVII, de escuela cuzqueña, referida a la visión de la investidura de Santa Teresa.
Más adelante se hallan los baños o lugares comunes, los que fueron construidos en el siglo XVII y redescubiertos en 1970, donde se destaca la disposición de dos muros paralelos que llegan hasta la planta baja.
Finalmente, el visitante podrá recrearse con un dormitorio y un comedor barroco de mediados del siglo XIX, que formaron parte del mobiliario de la estancia al inicio del siglo XX.
Desde el 2 de diciembre de 2000, Córdoba integra la reserva cultural del mundo. La Unesco consagró al Camino de las Estancias y a la Manzana Jesuítica como parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Más que importante, fue importantísimo… En el mundo hay sólo 980 sitios considerados de valor universal, y Córdoba es uno de ellos”, se entusiasma Daniel de la Torre, de la familia propietaria de la Estancia Santa Catalina y actual administrador de la misma. Y agrega: “Más aún, en todo el país hay ocho o nueve, según cómo se los cuente, y esta provincia alberga uno de ellos… Todo un dato, ¿no?” (ver Sitios de Argentina ).
Con esta reflexión, el arquitecto De la Torre celebra el 10º aniversario de la Declaratoria de Unesco (siglas en inglés de la Oficina de Naciones Unidas para Educación, Ciencia y Cultura), que se cumple mañana. El pliego que consagró al Camino de las Estancias y la Manzana Jesuítica no significó más presupuesto. En general, los distintos enclaves se mantienen por sí mismos, con aportes particulares o nacionales, y alguna partida extra de la Provincia.
Pero el hecho de figurar en los portales y guías internacionales atrajo a más de un millón de visitantes. El cálculo es sencillo de obtener: Alta Gracia y el Museo Histórico de la UNC, que concentran el mayor número de paseantes, sumaron entre 90 mil y 110 mil por año. Lo llamativo es que, aunque desciendan los visitantes propios, el número de extranjeros se mantiene, o aumenta.
Lote premiado. Habiendo tantos lugares maravillosos en el planeta, apenas un millar ha sido oficialmente consagrado por un organismo que, antes de expedirse, desmenuza los antecedentes del sitio propuesto. Y son más los rechazados que los aprobados.
Hace 10 años, Unesco le daba el visto bueno al periplo cultural y paisajístico integrado por cinco establecimientos: Museo Jesuítico de Alta Gracia; Santa Catalina (Totoral); Jesús María (también museo); Colonia Caroya y las ruinas de La Candelaria (Cruz del Eje). El lote se completa en esta Capital, con la también llamada Manzana de las Luces, entre Obispo Trejo y avenida Vélez Sársfield, Duarte Quirós y Caseros. Allí se agrupan la Compañía de Jesús (iglesia y convictorio), el Colegio Nacional de Monserrat, la Casa de Trejo (histórico asiento de la Universidad Nacional de Córdoba), la Academia Nacional de Ciencias y la Facultad de Ciencias Físicas, Químicas y Naturales (Ingeniería).
Es la única manzana impoluta del centro, sin negocios ni domicilios particulares.
Gracias a ellos. Que Córdoba ocupe un lugar de privilegio se debe, sin duda, a los jesuitas. La Orden de San Ignacio de Loyola se estableció hace 400 años en el Alto Perú y en el luego Virreinato del Río de la Plata. Su concepto del Evangelio estaba centrado en la autonomía laboral y el desarrollo social. Lo suyo no es sólo belleza o imponencia arquitectónica. Es una forma de entender el mundo y el progreso humano.
Dos de los ocho sitios señalados por Unesco en territorio argentino son parte de ese legado: las Misiones Guaraníes, en la homónima provincia litoraleña, y el Camino de las Estancias, en Córdoba.
Próximo paso. La declaratoria local se obtuvo merced al esfuerzo casi solitario de un puñado de seres, asentados en Alta Gracia. Armaron carpetas, golpearon puertas, tocaron timbres, interesaron a especialistas. Y lo lograron.
Hoy están preparados para dar el próximo paso: que el Camino de las Estancias obtenga la Declaración Retrospectiva de Valor Excepcional Universal, expedida también por Unesco. Es una certificación protocolar para aquellos bienes declarados con anterioridad a 2005. Pero también es una forma de mostrar que está todo en regla y que Córdoba y sus instituciones han hecho los deberes en el mantenimiento del patrimonio.
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/un-millon-de-visitas-al-patrimonio-jesuitico
Imágenes sin tiempo...
Imágenes sin tiempo...
"El objetivo del blog, si fin comercial, es netamente educativo e intenta visibilizar el legado Jesuita en nuestra Provincia para entender el sincretismo cultural de éste importante período histórico con nuestra actualidad, cual determina no sólo a una ciudad, si no a todo un continente.
El mismo se encuentra sujeto a nuevas actualizaciones."
Fuentes:
El Legado de los Jesuitas en Córdoba: Robert Andrew Keegan - Keegan Ediciones S.R.L año 2000
Asesores: Efraín Bischoff y Carlos Page
Historia de Córdoba: Efraín Bischoff - Plus Ultra 1995.
Archivos de La voz del Interior
Paginas Oficiales del Gobierno de Córdoba.
http://www.elobraje.edu.ar/elinstituto_hist.php
http://www.capillasytemplos.com.ar/altagracia-estanciajesuitica.htm
http://www.museoliniers.org.ar/elmuseo_suhistoria.php